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Cuando una mujer crece, pero la pareja no: el dilema del cambio

Partamos de una premisa acerca del amor romántico y el patriarcado: las mujeres, históricamente, hemos sido socializadas en la idea de que nuestro deber reside en dar cuidados y servicios a otros, esto implica, que, para estar pendientes de las necesidades de los otros, nosotras nos desatendamos, y por tanto, otros nos desatienden, nos dejen de ver.

Lo anterior, genera un profundo desequilibrio en las relaciones de pareja, ya que implica, por un lado, que nos restemos espacio en la relación para buscar y pedir también nuestra satisfacción, nuestro bienestar y felicidad. Por el otro, implica que nos restemos importancia ante el otro, lo que en efecto genera (apoyado por una serie de premisas patriarcales) que el otro no tenga que hacer el esfuerzo necesario, para mirar y validar nuestras necesidades, deseos y anhelos en la relación, abriendo, así, espacio para la insatisfacción de uno de los integrantes, generalmente la mujer.

El problema es que, para cuando ya se instaló está dinámica en las relaciones de pareja (aquí específicamente me refiero a relaciones heterosexuales, aunque es posible que te puedas sentir identificadx en la dinámica, independientemente de tu orientación/preferencia sexual), puede ser difícil revertirla, ya que surge un dilema ¿o avanzamos juntos? ¿o continúo avanzando sin él?

El dilema surge, ante la incomodidad del cambio. Primeramente, porque dentro de los aprendizajes de género que se nos inculcan a hombres y a mujeres, puede que resulte difícil para ellos la labor de escuchar genuinamente, de empatizar con las necesidades de sus parejas y de construir formas de validar y redirigir los esfuerzos y recursos psicológicos que poseen, hacia ellas; legitimar las demandas de sus parejas, supone generar un esfuerzo que nunca antes se les había demandado, supone un cambio de visión, una deconstrucción de las premisas acerca de cómo han aprendido a vivir el amor romántico y de su rol como varones. Supone incomodarse a sí mismos, prescindir de los cuidades y espacios que ellas designaban para ellos, en beneficio de que sean ellas, ahora, quienes ocupen, tomen y reciban espacios de atención, cuidado y reconocimiento.

Segundo, el dilema del cambio vulnera la relación de pareja, porque lo que se está jugando es, precisamente, la supervivencia de la relación de pareja. “No incomodar” —aprendizaje bien memorizado por muchas de nosotras en las sociedades patriarcales (“calladita te ves más bonita”)—implica mantener seguro el vínculo, a costa de nuestra propia insatisfacción. A costa del silenciamiento y anulamiento de lo que las mujeres quieren y necesitan en la relación con el otro, para estar en un balance recíproco, para estar en equidad.

En ese sentido, elegir el cambio respecto a la relación de pareja, puede implicar que se pase por un proceso de negociación de la pareja, de autodescubrimiento y autoconocimiento respecto a lo que necesitamos construir en nosotras mismas; pasando por identificar, qué necesitamos de la pareja, de un otro, para sentirnos amadas, queridas, tomadas en cuenta, reconocidas y en bienestar. Recordar que, el autoconocimiento es un pilar importante para la elección de pareja, y que alguien que realmente este dispuesto a construir con nosotras en pareja, bajo una premisa de amor libre y equidad, buscará su bienestar, pero también el de nosotras, aunque esto suponga incomodarse.

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¿CÓMO APRENDER A QUERERNOS MÁS Y MEJOR?

Uno de los temas más frecuentes en terapia, casi siempre es el de mejorar la “autoestima”. La gente llega con dudas y quejas por no saber cómo quererse más y mejor.

Una mirada que usualmente suele serme de utilidad para trabajar este tema dentro del consultorio, es pensar en la autoestima no como algo que “se tiene” o “no se tiene”. Mucha de esta visión, impulsada por el mundo occidental y la cultura consumista, capitalista y patriarcal, lo único que hace es hacer sentir a la gente más culpable consigo misma por no “cumplir” con ciertos “requisitos” que “supuestamente” las personas con “alta autoestima” deberían tener, respondiendo a estereotipos de belleza vinculados con ciertas actitudes como por ejemplo, en las mujeres, una figura esbelta, bien delineada, “fitness”, con tacones altos, sonrisa de oreja a oreja y vestido corto, en los hombres, individuos corpulentos, rudos, ventajosos, valerosos, etc.

Regresando al tema, hay una visión acerca de la autoestima, que considero más útil al trabajar con este tipo de demandas, ésta empieza por mirar la estima que generamos por una o uno mismo, como algo que se construye. Es decir, la autoestima en mi opinión profesional (y también personal) no es algo estático, sino algo que se conforma a lo largo de los años, por experiencias e ideas sobre nosotros mismxs que alguién más, o que nosotras mismas nos hemos regresado con el tiempo.

Por autoestima, yo consideraré en esta pequeña reflexión, la propia mirada que nos regresamos de quiénes somos, y en ese sentido, puede ser una mirada que nos construya, que nos invite a expandirnos en conocimientos, aptitudes, habilidades, formas de ser y estar en el mundo, que nos sume, o bien, todo lo contrario, una mirada que nos reste.

Ahora bien, ustedes dirán: “entendemos esto, pero ¿cómo puedo trabajarla en mí?” en ese sentido, yo les propongo entendernos a nosotras mismas EN UNA RELACIÓN CON NOSOTRAS MISMAS. Cuando hablamos con alguien más, nos es muy fácil advertir, que esa persona es un otrx, quizá por ello seamos más cuidadosas con nuestra forma de hablarle, de entenderle y de tratarle; sin embargo, cuando se trata de la relación con una misma (o), ésta usualmente no se suele advertir, esto no significa que ese vínculo no exista.

Llegada cierta edad, diría que es nuestra responsabilidad personal cuidar, construir y nutrir el vínculo con nosotros, puesto que también somos personas, humanxs e individuxs. Piénsalo, ¿Qué pasaría si la próxima vez que te mires al espejo, te muerdes la lengua antes de decirte algo que te destruya? ¿Qué pasaría si ante tu propio error, decides ser más gentil contigo para reconocerlo y tomar responsabilidad? ¿Qué pasaría si tomas acción consciente para no comer ese alimento que te hace daño?  ¿Qué pasaría si desistes de encontrarte con esa persona que siempre logra que te sientas mal contigo misma? ¿o, si por primera vez, decides ignorar la voz que te trata de convencer que nunca haces nada “bien”? o si decides, dejar de quejarte, para mirar cómo tu mismx te puedes ayudar, quizá al principio no notes un cambio, pero tarde o temprano las acciones que acumules a tu favor, van a sumarte en la percepción que tienes de ti y en los sentimientos que generas de ti para tí.

En resumen, la relación contigx mismx la construyes TÚ todos los días, con cada acción que te haces y te dedicas, con cada persona que eliges esté en tu vida (sí la mirada de la persona con la que estás, te destruye, sería bueno que te preguntes a qué distancia quieres permanecer de ese vínculo).

Regresando al tema, la relación contigo misma (o) la construyes, también, con cada intención que pones para generar-te un ambiente y espacio seguro, en el que puedas continuar creciendo; con cada acto que expresas mediante tu cuerpo o tu pensamiento. La relación que puedes entablar contigo es única e indivisible, y se expresa diferente según las formas de ser de cada persona, no siempre se tiene que ver extremadamente amorosa (en tonos pastel), y no siempre la relación con nosotrxs esta bien, a veces tenemos conflictos con nosotras, podemos enojarnos o molestarnos, sin embargo, siempre puedes elegir cómo reaccionas contigo cuando no te gustas tanto.

Para concluir, quizás en el pasado hubo miradas que le restaron a la mirada que hoy tienes de ti, sin embargo, ella no te define, no tienes porque ser prisionera de esas ideas en el presente, solo tú tienes la llave para romper con esas definiciones, y transformar la relación que tienes contigo mismx.

Superación Personal

Sobre encontrar el equilibrio en nuestras vidas…

Frecuentemente escucho en terapia que se vuelve un problema para las personas no sentirse en balance o equilibrio con sus vidas, en la sociedad hay una idea muy valorada sobre alcanzar el equilibrio, que genera que las personas se recriminen por no poder encontrar el punto medio ante situaciones que resultan, casi siempre, socialmente valoradas, como por ejemplo, tener una vida rica en lazos sociables y afectivos al tiempo que “son muy productivas”, comer siempre saludable o hacer ejercicio y estar “delgadas” (como si todos los cuerpos fueran iguales), entre muchos otros ejemplos más.

Además, si ponemos en perspectiva todas la influencias que existen en el mundo moderno, que nos dictan (y califican) que “requisitos” deberíamos “cumplir” para entrar dentro de los que sí tienen amor propio, los que sí son perseverantes, los que sí saben poner límites, los que sí tienen seguridad en sí mismxs, los que sí son autodeterminadxs … etc… etc (léase como lista de súper), entonces se vuelve una exigencia muy grande, tener que encontrar de la noche a la mañana, mágicamente, sin pasar por un proceso de aprendizaje (ensayo/error) el equilibrio en nuestras vidas.

Considero que encontrar el equilibrio o el balance personal, en dónde sea que desees encontrarlo, debería de ser una definición muy personal, una definición que responda a nuestras necesidades y expectativas internas y no a las externas, tomando en cuenta nuestro contexto de vida personal, nuestras condiciones de vida sociales, que dicho sea de paso, nunca son iguales, empezando por el ingreso económico, las expectativas sociales según seas mujer u hombre, la clase social a la que perteneces, hasta el lugar en el que vives.

También es importante considerar, que el balance, dónde sea que lo quieras descubrir, requiere un proceso de distinción, de contrastes; es decir, uno no puede saber cómo es el gris, sino identifica lo qué es el blanco y el negro. Lograr el balance es un proceso, no un estado. Es un proceso en la medida que visitas los extremos de lo que sea que quieras cambiar, pasas por distinciones, hasta que puedes nombrar e identificar finalmente con qué te sientes más cómodo o cómoda.

Debido a la presión social y el enjuiciamiento, a veces la gente espera, casi de forma espontánea y automática, encontrar el balance. Por ejemplo, una persona que siempre ha sido demasiado calculadora u obsesiva con los detalles, de repente espera no serlo o serlo en la “justa medida”, o alguien que por mucho tiempo ha permitido que otros le manipulen, espera automáticamente y además se exige, tener que saber poner límites a los otros, sólo por el hecho de que ya se dió cuenta que no le gusta ser tratada/o de ese modo. Es valioso darse cuenta, pero no es suficiente. Ahora debes pasar por un proceso de contrastes, de observación y exploración sobre cómo se siente moverse de lugar y de elección, dónde se siente más cómodo para ti estar.

Ahora bien, hay extremos que sería deseable y hasta necesario no probar, no estoy diciendo que para que uno sepa si prefiere consumir o no drogas, debería pasar por ello, el ser humano es capaz de aprender, no solo a través de la experiencia directa, sino a través de las experiencias de otrxs, y en ese sentido, los balances, límites y alcances personales, también se pueden ir conformando.

El balance, en mi opinión, es un proceso de experiencias y contrastes a través de esas vivencias y aprendizajes, y solo la persona que lo vive, es capaz de nombrar dónde está su punto medio ¿tu conoces tus puntos medios?

Superación Personal

A propósito del 8 de marzo ¿Qué es el feminismo?

¿Cuántas veces te ha pasado que evitas pasar de un lado de la banqueta, para no toparte con el grupo de vatos que están fumando o tomando, por miedo a ser objeto de expresiones o miradas incómodas? ¿cuántas veces te ha tocado que un vato te explique algo con aires de grandeza? ¿cuántas veces has odiado el tamaño de tus senos, de tu panza o el color de tu piel, o la forma de tu pelo, porque no luces “bonita” o porque no luces “como en las revistas”? ¿cuántas veces has sentido vergüenza por no salir “arreglada” a la calle? ¿cuántas veces has tenido que hacerte chiquita o replegarte en tu asiento, porque el hombre que viene sentada a lado de ti, parece que necesita dos asientos porque no le alcanza el ángulo de sus piernas, para abrirse “sin aplastar” su pene? ¿Cuántas veces, tu hombre, tuviste que abstenerte de decirle a tu cuate que dejara de acosar a una mujer, por temor a ser al que trajeran de bajada? O ¿cuántas veces tu hombre, tuviste que agredir o ser abusivo con una mujer, para que tus cuates no te dijeran nada?

No hace falta que hayas contestado afirmativo a todas las preguntas, con una a la que hayas asentido, podemos confirmar que las mujeres y hombres estamos secuestrados por una realidad social y una forma de organización dentro de este sistema capitalista, que ya no puede esperar más: el patriarcado.

El patriarcado, en palabras de Gerda Lerner es la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niñes de la familia, y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general. Aquí cabe hacer una aclaración, por masculino, no nos referimos a los hombres, como personas, sino a los valores que encarnan la masculinidad hegemónica (las conductas asociadas a un hombre “macho”) por ejemplo, un “sinónimo” de masculinidad sería el de “autoridad”. De modo que, el patriarcado, en términos más simples podríamos entenderlo como una manera de jerarquizar y priorizar ciertos valores masculinos en la sociedad, como el poder, la superioridad y la autoridad, por encima de los que simbolizan la feminidad, como la delicadeza, la sensibilidad, la subordinación y la obediencia.

El patriarcado es una forma de discriminación y de exclusión para todo aquello que simbolice lo femenino, y tiene efectos, no solo en las mujeres, sino también en los hombres. En éstos últimos, por ejemplo, no hay cabida para entablar relaciones de conexión y cercanía con sus parejas, sean mujeres u hombres, porque eso es considerado un valor inferior por pertenecer a la idea de lo que es femenino, no hay lugar para mostrarse vulnerable, ni para aceptar siquiera que se siente miedo, angustia o temor, porque sino “eres vieja”, “pareces niña”, no hay cabida para el autocuidado, la alimentación saludable o el rechazo a conductas que los pongan en riesgo, porque se ganan un boleto directito a la exclusión y a la descalificación y a la violencia, por el mismo grupo de amigos/iguales varones.

En el caso de nosotras las mujeres, los efectos del patriarcado han sido absolutos y deplorables, al grado de discriminarnos y violentarnos por efectos de esta ideología. En el pasado, ni siquiera éramos reconocidas como personas, no teníamos derecho al voto, a poseer tierras, a la educación, a tomar decisiones sobre nuestra vida, ni si quiera a ser reconocidas como madres, los padres varones eran quienes representaban a los hijos ante la ley, la iglesia y el estado. El feminismo, que inicio como un movimiento social para exigir nuestros derechos, nos permitió recobrar nuestra condición como personas. Sin embargo, al día de hoy, falta mucho por hacer, si bien las mujeres en la actualidad tenemos “derechos”, y parece que medianamente vivimos como individuas, en los social no podemos decir lo mismo, mi consulta está llena de mujeres, y en cada sesión que doy, corroboro que a los ojos de los demás, las mujeres no estamos en igualdad de pie que los hombres.

Las mujeres seguimos lidiando con los efectos de los estereotipos sociales sobre nuestro sentido del Yo y sobre nuestros cuerpos, no te imaginas la cantidad de mujeres que nos conflictuamos por no ser suficientemente “bonitas” “guapas”, por no ser “delgadas”, por lucir “feas”; la presión social que se origina por no tener novio, o estar “casada”, por no tener “hijos”, el juicio y descalificación que surge cuando una mujer dice que no quiere ser madre, el típico “eso lo dices porque no has conocido a alguien”, el número de mujeres que llegan desilusionadas, lastimadas o con la sensación de sentirse usadas, porque un hombre las hizo pensar que esa relación iba prosperar, cuando en realidad sólo quería sexo. La mujer que llega a consulta porque se siente sobrepasada con el cuidado de los hijos, de la casa, y encima de todo abandonada/no entendida/descalificada por su pareja y otros familiares, la mujer que llega porque no sabe qué hacer, tras descubrir una infidelidad de su esposo, o la mujer que no puede separarse de su pareja violenta, porque él es el único sustento para sus hijes, lo que no sabe el hombre y la sociedad que juzga, es que, esa mujer tuvo que renunciar a su trabajo, carrera o independencia económica, porque alguien tenía que hacerse cargo de esos niñes.

Las mujeres también seguimos lidiando con los efectos de una sociedad que no es capaz de reconocer, que a las mujeres en este país nos arrebatan nuestra vida porque somos vistas como objetos de consumo (como si fuéramos palomitas, o zapatos). Yo me pregunto, cuántas mujeres no hemos sentido el miedo de no regresar a casa por subirnos a un taxi, cuántas mujeres no han sido víctimas de feminicidio a manos de sus novios, o esposos, cuántas mujeres no han sido violadas, abusadas y/o maltratadas, sólo porque a un vato se le antojo que quería sexo, y se le hizo fácil golpear, violar, o drogarla. Cuantas historias y secretos de abuso sexual no existen en las familias, sobre niñas y niños a manos de familiares varones; cuántas historias por contar de mujeres sobre acoso callejero.

Cuando hablo de feminismo o de feminismos, hablo de un movimiento social, político y reflexivo, que busca no sólo devolverle derechos a las mujeres, sino que pretende visibilizar las desigualdades entre géneros; que busca visibilizar y proponer cambios sociales, en la forma en que las mujeres somos miradas y tratadas por las sociedades −valga decir que, las sociedades las hacemos todas, todos y todes− que busca liberar a las mujeres de las condiciones de opresión, violencia, discriminación, marginación y subordinación, en las que este sistema patriarcal nos coloca por el simple hecho de ser mujeres.

El problema, es que, para originar condiciones más justas y equitativas para las mujeres, es necesario que todas, todos, y todes rememos hacia el mismo lugar, y eso requiere que tomemos consciencia de que el patriarcado nos afecta a todxs ¿Qué pasaría si asumiéramos que, como mujeres, no es normal ser acosadas en el trabajo, o no es normal ser dejadas con la responsabilidad de uno o 3 hijos, o no es normal que se nos remunere menos que a los hombres?  ¿qué pasaría si como varones, se cuestionara que no es normal sentir que tienes el derecho de prohibir/controlar a tu pareja la forma en que se viste, o su deseo por seguir trabajando? ¿Qué pasaría si te dijera que un niño no nace violento, por lo tanto,un hombre se hizo violento?

Para mí una aseveración muy fuerte pero necesaria, implica entonces reconocer que, como sociedad, nosotros somos co-rresponsables de mantener vivo a este gran monstruo patriarcal, quizá no lo creamos, pero si somos cómplices de su reproducción en la colectividad, cada vez que somos omisas u omisos ante la violencia contra las mujeres, y cada vez que como varón, prefieres hacer uso de tus privilegios machistas (ej., renunciar al cuidado de tus hijos, no responsabilizarte por la limpieza/orden diario en el hogar, apoyar las voces de tus amigos, cada que alburean o incómodan a una chica por la forma de su cuerpo/por la forma en que luce) todo esto, porque, es menos incómodo que la idea de soltar esos privilegios, o de hacerle ver a tu igual, que cada vez que él decide hacer uso de un privilegio, se quita a sí mismo −y le quita a una mujer (es)­− la oportunidad o posibilidad para vivir en libertad, esto es, fuera de la opresión, del temor, del miedo, de la exclusión o la marginación.

Te dejo el link de un artículo que habla acerca de los privilegios masculinos https://www.elsaltodiario.com/opinion/existen-los-privilegios-masculinos-

Por un cambio en colectivo, por la igualdad y equidad entre géneros.

Superación Personal

¿Cómo acompañar en tiempos de crisis?

En México al igual que en otros países de América latina, llevamos alrededor de 10 meses viviendo los efectos de la pandemia, mi consultorio, en su mayoría virtual, ha sido testigo de momentos llenos de dolor, confusión, riesgo, temor, pero también, de conversaciones en las que se asoma la esperanza, la gratitud, la claridad y el cuidado. Hoy quiero compartirles algunas formas en que podemos ayudar aquellas personas, que, al igual que nosotros, están viviendo los efectos de la pandemia, y que probablemente necesitan una mano amiga.

¿Qué tipo de situaciones?

Primeramente, he de aclarar que el tipo de guías sobre las que hablaré en este espacio, tienen la finalidad de ayudar aquellas personas que acaban de pasar por un suceso o cambio en su vida, que se caracteriza, particularmente, por haber sido muy brusco y repentino, tan repentino que ni tiempo les dio de prevenir. En tiempos de covid, desafortunadamente alguien tiene un familiar que enfermó y de pronto ingreso al hospital, o falleció, alguien perdió su trabajo, o manifestó que quería romper su vínculo amoroso.

Cambios bruscos, como los ejemplos dados, suelen tener el efecto de desorganizar nuestra experiencia, es decir, pareciera que alguien nos movió el piso, o completamente el mundo, nuestro mundo, no sabemos hacia dónde movernos, a veces olvidamos cosas muy “obvias”, cómo el lugar donde siempre guardo mis calcetines, o la hora en la que comí. Esto depende de la situación que se haya vivido, de su gravedad y de las cosas que ocasione este suceso en nuestra vida.

¿Cómo acompañamos?

Si en algún momento te has encontrado con alguien que acaba de pasar por una situación con características como las que ya describí, o incluso tu te has descubierto en una circunstancia así, estás son algunas guías que te ayudarán para sobrellevar la crisis, o bien, ayudar-te o ayudar a otra persona, a recuperar la capacidad para responder a la emergencia:

  1. Escúchala: la mayoría de las personas, al sentirse amenazadas por sucesos que no esperaban en su vida, suelen tener la necesidad de hablar acerca de lo que les pasó o pasa. Tu puedes ayudarle a esa persona, haciéndole saber que no le vas a juzgar (regañar, reprochar, rechazar, señalar) por lo que vivió o por las acciones que tomó o quiere tomar, por el contrario, puedes comunicarle que aceptas la forma en que se está sintiendo. También es importante que respetes la vivencia del otrx, esto lo puedes comunicar si te abstienes de darle consejos, de minimizar lo que le pasó, o incluso, de contar tu propia historia.
  1. Préstale tu cerebro o lo que es lo mismo, analicen juntos: cuando las personas acaban de pasar por un cambio en su situación o vida que es repentino y brusco, sucede (principalmente en las primeras horas del evento), que se pierde la capacidad para pensar como lo hacemos bajo situaciones sin estrés. Nos volvemos torpes para solucionar, o hacer cosas que parecen “obvias” para devolvernos la calma. Tú puedes ayudarle a la persona, prestándole tu cerebro, es decir ayudándole a analizar ideas o soluciones que le sean de utilidad para resolver la emergencia y/o recuperar la calma, e incluso, para ponerse a salvo si llegas a saber que está en riesgo. Para idear estas posibles soluciones, será importante qué junto a esa persona, puedas contar con la información que te permita ayudarle, por ejemplo ¿qué le paso? ¿hace cuánto? ¿con quién estaba? ¿en qué estado se encuentra? ¿cómo se siente? ¿dónde está? ¿corre riesgo en ese o con esas personas? ¿está sola o tiene cerca personas que procuren su seguridad y estabilidad? ¿te tiene sólo a ti de contacto o hay más contactos que te podría facilitar? (números de emergencia, vecinos, familiares).

3. Soluciones (rumbo a la acción): La idea es que una vez que tu tengas la información del tipo de situación en la que la persona se encuentra y sus alternativas de solución, le apoyes para empezar a llevar a cabos dichas acciones, previo a, ya mediste y analizaste (cual termómetro) −con ayuda de la persona− si esas soluciones responden al objetivo principal, que es, que la persona responda a la emergencia, sea para darle fin, para ponerse a salvo, o para que esa persona traiga de vuelta su calma, de tal forma que le permita, en poco tiempo, recuperar la capacidad de respuesta.

Siendo así, es momento de guiar a esa persona, a la acción (ya sea que estés con ella por Whatsapp, llamada telefónica, chat de facebook, acompañándole) puedes, por ejemplo, apoyarle a ubicar lugares en los que este a salvo y pueda permanecer (ej., tiendita, Oxxo, super, edificio), indicarle acciones concretas (tomarse un té, tomar un baño, o mandar su ubicación a un contacto seguro, a ti, por ejemplo) puedes  ubicar contactos a quiénes tu o la persona puedan llamar para dar aviso, o para pedirle que vaya en busca de quién necesita apoyo (ej., mamá, hermana, tía, el vecino) puedes incluso guiar a la persona hacia algún establecimiento o servicio seguro, también proporcionar números de emergencia, o ser tu quien realicé las llamadas de emergencia (Locatel, 911, seguridad pública, cruz roja, número de hospital o algún médico o especialista en salud y salud mental, etc).

4. Siguiéndole la pista: el último paso, consiste en no dejar a la persona hasta que te asegures que el estado de emergencia se ha ido de ella, sea porque ya está en un espacio seguro y/o con personas que sabes que cuidaran de ella y la resguardaran; o bien, que recupero la capacidad de responder a la situación (ej., ya recibió ayuda, llamo a su mamá o pareja y la están asistiendo, ya está en compañía de su hermana o amiga, acaba de llegar a su casa, está en el consultorio de un terapeuta, fue a consulta médica, se tomó un té y cuándo te hablo la escuchaste más tranquila, etc).

A veces pueden pasar horas, incluso días hasta que la emergencia pasé, por lo que será importante que te mantengas en contacto con la persona, por ejemplo, haciéndole saber tu preocupación y/o deseo genuino de saber que está bien, y que al otro día o durante la emergencia le estarás mandando mensajes, escribiendo o llamando brevemente para que te informe de su estado. Si es una situación de riesgo, puedes pedirle que se mantenga en contacto contigo cada determinado tiempo, e incluso establecer un acuerdo de qué acción tomarás si la persona deja de mantenerse en contacto contigo, según le plazo acordado) esto último puede ser de gran utilidad en casos de suicidio.

Todos en algún momento hemos estado en situaciones, en donde, de pronto, se nos movió el piso, la banqueta, el cielo, el mundo, y casi casi la galaxia. En estos tiempos de covid, no es raro que a diario nos enteremos de personas que están viviendo cosas muy difíciles, tener esta información y saber que de alguna manera, nuestra escucha y compañía puede serle de mucho apoyo a alguien, reconforta y nos prepara ante la emergencia.

Si crees que podrías sugerir temas para abordar en este blog, con gusto espero tus comentarios. De igual forma, si consideras que necesitas ayuda profesional para manejar la situación que estás pasando, recuerda que puedes contactarme o pedir una cita en https://www.facebook.com/conszen

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¿Cómo cuidarnos para el amor?

El inicio del amor es como un montón de juegos artificiales a nuestro alrededor. Algunas personas quizá describan un boost de energía/vitalidad que los hace pararse de la cama al primer sonido del despertador, algunas otras andan risueñas por la vida, de buen humor, sonriendo más de lo que frecuentemente lo hacen. La mayoría nos identificamos con una sensación de intensa felicidad y euforia…  pero el inicio del “amor” y la atracción que en ocasiones podemos sentir por una persona, no siempre se concreta en una relación amorosa, y está bien.

En este pequeño artículo me gustaría hablar de algunas reflexiones que he tenido alrededor del inicio del amor romántico y el autocuidado. El producto de mis reflexiones, en su mayoría viene de mis consultas con mujeres, sin embargo, me gustaría que los hombres también puedan sentirse con la posibilidad de tomar las ideas que les sean de utilidad.

El contexto del que me gustaría hablar es de aquellas situaciones en las que nosotras, nos encontramos solteras (os). Y en el que nos encontramos abiertas a la posibilidad de salir y conocer personas, con el propósito de encontrar una pareja.

Noto que es común que, en nuestra travesía por el amor, empecemos a depositar de una forma muy rápida expectativas y deseos sobre la persona que recién empezamos a conocer. Sin embargo, es importante que a pesar de esto podamos ir con “pies de plomo”, de tal suerte que, sepamos en qué momento es tiempo de bajarnos de nuestra nube, para mirar, no sólo el cielo y las estrellas, sino la vista panorámica.

En ocasiones, las emociones y sensaciones detonadas por el amor romántico, no nos permiten mirar cuando el inicio del amor no está siendo reciproco, esto también obedece aquellos grandes mitos alrededor del amor, como, por ejemplo que éste necesariamente se debe vivir de forma pasional, desenfrenada y sin-razón. Lo anterior nos puede jugar en contra, sobre todo cuando nos impide notar la falta de interés por parte del otrx en nosotrxs. Me doy cuenta de esto, cuando en consulta recibo preguntas o dudas como esta “llevamos una semana sin hablarnos, él me dice que está ocupado ¿debería llamarle?” o “él me dijo que no quiere nada serio, quizá cuando vea que estoy para él, la situación cambie”.

Considero que la experiencia del amor romántico y la atracción, podría conducirnos al conflicto, cuando no nos damos cuenta de que, las actitudes del otro, no corresponden con lo que nosotras estamos dando en beneficio de esta “cuasi-relación” y empezamos, en algún punto, a compensar o justificar la falta de interés o atenciones del otro, con tal de que, con esta persona si se concrete una relación de pareja.

Pienso que es importante que, cuando nos abrimos a la experiencia del amor, lo hagamos desde el autocuidado para nosotras. Vivir la experiencia del amor romántico, no necesariamente es un sinónimo de relación de pareja ni tampoco del status de “novia” “novio” “esposa” o “esposo”, sin embargo, en mi experiencia personal y en consulta, una se puede aventar a vivirla, desde un lugar de autocuidado, de aprendizaje, de amor para una, también de curiosidad por el otrx, por el mero goce de estar en ese estado de enamoramiento, o por el deseo de compartir con el otro o con una (para una) -así sea una cita, una risa o un mal rato-.

Estos son algunos puntos, producto de mi reflexión en la consulta privada, que espero les puedan ser de utilidad para vivir el amor con auto-cuidado:

  1. La prioridad eres tú: cuando empezamos abrirnos a la experiencia del amor romántico, suele pasar que el foco se voltea al “otro”. En el caso de las mujeres, por ejemplo, puede pasar que, solemos tener conductas para complacer y agradar al otro, eso, tal cual, no creo que nos haga mal (después de todo, de eso se nutren las relaciones). El conflicto puede venir en el momento en que empezamos a mirar solo por el otro, sin preguntarnos -a nosotras- cuales son nuestras necesidades, gustos o expectativas respecto a esta posible relación. El conflicto se agudiza cuando al mismo tiempo, el otro tampoco mira por nuestras necesidades, expectativas, gustos o seguridad. En algún momento, recuerdo haber salido con alguien que traía coche; yo, por otro lado, tenía que moverme en trasporte público, se nos fue la plática, y cuando llego la hora de irnos, él no se ofreció a llevarme, además, batalle para tomar el transporte a mi casa. Él por su parte, no tuvo problema para regresar a la suya, yo, por otra, no sólo tuve que lidiar con la dificultad del transporte sino con la inseguridad de la zona.
  1. Reciprocidad: el diccionario de la real académica define esta palabra como la “correspondencia mutua de una persona o cosa con otra”. La reciprocidad, en las relaciones es importantísima, porque es como la luz del sol a las plantas. Sin reciprocidad, es difícil que un vínculo de amor (romántico, amistoso, o incluso hasta familiar) pueda sobrevivir. Casi siempre hay intereses en las relaciones, sea porque estar en pareja nos permita vivir más cómodamente, o porque nuestra economía rinda mejor, o nos permite satisfacer necesidades de afecto, como sentirnos amadxs, vistxs, o cuidados, por algo decidimos que queremos estar en pareja, por alguna razón nos conviene dar en la relación o el vínculo que empieza a tomar fuerza. Esto implica, más aún cuando empezamos a conocer a alguien, que no sólo nos tocaría a nosotras dar (nuestra atención, interés o tiempo) sino también al otro. Si nosotros disponemos de un cachito de nosotras, para conocer y hacerle saber al otro que nos interesa ¿Por qué él otro no? Si nosotrxs hacemos cosas para ganar el interés del otrx, entonces el otro tendría que hacer también cosas significativas para ganar nuestro interés.
  1. Limites: ya en algún momento escribí acerca de esto, no está de más repetirlo, esta vez con nuevos entendimientos. Los limites son importantes, sobre todo cuando empezamos a conocer personas que nos atraen, y que probablemente formen parte de nuestra vida. Es importante empezar a establecer límites desde el principio de una relación,  comunicando aquello que creemos importante, que el otro sepa de lo que esperamos de la relación o el vínculo que empieza a formarse. Por ejemplo, que se comunique si estas buscando conocer gente, porque lo que deseas en este momento es una relación estable, o si simplemente deseas salir y tener sexo, o una relación abierta y sin compromiso, esto forma parte de la responsabilidad afectiva. Y permite que las personas sepan que esperar del vínculo, y puedan tomar decisiones en relación con eso. Claro que, en contadas ocasiones, esto no se comunica y nos puede confundir, para eso el siguiente punto.
  1. Limites para ti: es importante que tu tengas claras las expectativas que tienes respecto a la relación de pareja que deseas, o respecto a tus expectativas y sentires por la otra persona. Esto te permitirá saber, en qué momento las cosas no van por el camino que tu quisieras y de ser necesario, comunicarlo (sea para aclarar y definir con el otro, si quizás se han malentendido y ambos concluyen que quieren los mismos términos de relación, o si los caminos de ambos son diferentes y entonces vale la pena no seguir arriesgando, o incluso dar tiempo al tiempo. A veces sucede que empezamos a querer correr, antes de empezar a gatear. Recuerda que, también somos nosotrxs quienes nos estamos dando una oportunidad para conocerles, para saber si tenemos afinidad, para saber si él/ella nos agrada, nos atrae y nos suma.

En muchas ocasiones, las relaciones no funcionan con otrxs de la forma en que deseamos, pero debes saber que la relación contigo es algo que siempre podrás reinventar, recuperar, y fortalecer. Tal vez no hay una cura o aditivo que nos proteja del desamor, lo que si sé, es que si tú te preocupas y ocupas por la relación que mantienes contigo mismx, estarás construyendo uno de los mejores remedios para afrontar y salir menos raspada (o) de este tipo de experiencias amorosas.

Aquí una historia, desconozco los créditos/autor, pero refleja la idea que les quiero transmitir:

Está artículo no siempre es reflejo de la experiencia individual, tampoco refleja todas las realidades que pueden existir en la experiencia humana, si crees que podrías sugerir temas para abordar en este blog, con gusto espero tus comentarios. De igual forma, si consideras que necesitas ayuda profesional para manejar la situación que estás pasando, recuerda que puedes contactarme o pedir una cita en https://www.facebook.com/conszen

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Superación Personal

4 Formas de no dejar que los otros se aprovechen de ti

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Las personas tenemos limites, esos contornos que nos delimitan, nos dan forma, marcan en donde comenzamos y en donde acabamos, eso que nos da bienestar y complitud. Imagina que en este momento tienes frente a ti un pocillo de leche hirviendo, decides apagarla… y la observas… ¿puedes ver esa delgada capa que se hace por encima del líquido? es una fina tela, luego decides tocarla, y al sentir su textura te das cuenta que era más delicada de lo que pensabas, había que tratarla con mucho cuidado, se ha roto, se ha deshecho, ha perdido su uniformidad. Bueno, los limites que poseemos las personas son similares a la nata de la leche, son delicados, en un inicio son uniformes, pero si dejamos que alguien los toque sin considerar que debe hacerlo con cuidado, entonces puede deformarlos, o peor aún, destruirlos. Los limites son los que nos dan dignidad, ser dignos significa que somos merecedores de amor, de respeto, de cuidado y de valor, no sólo por lo demás, sino por nosotros, nosotras mismas. En ocasiones,  la historia de vida puede influir en la forma en que dejamos que los otros nos traten o las formas que propiciamos para nuestro propio cuidado, en ocasiones se crece en ambientes tóxicos y disfuncionales, en donde aflora el maltrato físico, sexual o psicológico, donde la comunicación es a base de insultos y groserías, donde jamás se pregunta por lo que tu necesitas, por ejemplo, el padre o marido que sólo demanda se cumplan sus necesidades (ej. sírveme, límpiame, plánchame, no me importa si estás cansada o si los niños te dejaron agotada). Con el pasar de los años, y al crecer en un ambiente así, se vuelve complicado darnos cuenta que nosotras o nosotros también tenemos necesidades (de amor, de pertenencia, de descanso, por ejemplo) aprendemos anularnos y a no escucharnos, aprendemos a vaciarnos y a volcarnos en los demás, muchas veces motivados o motivadas por el deseos de ser aceptados, aprobados y amados.

Cuando este tipo de situaciones acontecen, incluso no necesariamente habiendo un antecedente de violencia familiar, es difícil que podamos ser conscientes de nuestros propios límites, es decir, de aquellas circunstancias o acciones que definen “lo negociable” de “lo no negociable” en razón de nuestra propia persona…  de aquello que puede pasar desapercibido sin que nos sintamos afectados emocionalmente, o bien, que puede generar un impacto importante en las maneras en cómo me siento conmigo misma o mismo al permitirlo. Los limites, debes saber, los pones tú, he de mencionar si creciste en una familia donde desde tu infancia hubo algún tipo de violencia o situaciones de desequilibrio del poder por alguno de los miembros, principalmente hacia niños, niñas y/o mujeres, es importante que sepas que siempre es posible restablecer tu sentido de dignidad y de valor. Nadie elige (al menos conscientemente) que otro más trasgreda sus límites físicos (a base golpes) o psicológicos (a base de ofensas e insultos), pero siempre puedes ser tu quien quien decida poner un “estate quieto”, al principio puede resultar difícil (porque implica ir contra tus miedos, a veces tendrá consecuencias, como que otros retiren su aprobación por ti) pero a larga, reestablecerás tu sentido de autoestima y de valía propio, estarás luchando contra tu propia autodestrucción.

Sin más preámbulos, aquí las cuatro estrategias:

  1. Conócete: conocerse es una parte importante del poner límites, ¿cómo sabrás los que quieres o no en tu vida, sino sabes lo que te gusta a ti?, en muchas ocasiones permitimos cosas sólo porque vemos que otras personas allegadas a nosotras lo hacen, el hecho de que las otras u otros lo acepten o no les cause problema alguno, no significa que a ti también deba gustarte y en consecuencia aceptarlo. Probablemente tu amiga no tenga problema en intercambiar las contraseñas de Facebook con su pareja, pero si te percatas que a ti eso te causa incomodidad, no es necesario que lo permitas, si tu pareja realmente desea tu bienestar entonces lo aceptará. Conocerte tiene que ver con darte cuentas de lo que tu necesitas (ej. horas de descanso, una caminata en el bosque, una tarde de silencio, un helado) y de aquello que te hace sentir cómoda de lo que no (ej. una reunión pequeña vs una noche de antro).
  2. Haz una lista: te sugiero que en el proceso de irte dando cuenta de tus necesidades emocionales y de aquello que te gusta de lo que no te gusta (ej. que entre amigas se hablen de “estúpida”, que tu jefe siempre te pida “favores de más”, que seas tú siempre quien se ofrece aceptar responsabilidades por otros, que te permitas una tarde de descanso o tiempo libre para ti) las vayas escribiendo en una lista, con el fin de tenerlo más claro y de que puedas aterrizar las acciones que necesitas empezar hacer (sea contigo misma o con otros) para restablecer tus propios límites, una vez que las tengas ubicadas, te será más fácil reconocerlos, por ejemplo para alguien el limite puede ser decir “No” de diferentes formas, y  para otra dejar ir amistades que no le hacen sentir bien.
  3. Intenta nuevas formas de ser asertiva o asertivo: Como te decía en el punto anterior, en muchas ocasiones las personas a quienes les cuesta establecer límites, suelen poner por encima de sus propias necesidades las de otras u otros, dificultándoseles decir “No” a algún compromiso o “favor”, lo que promueve el mensaje de “estar siempre disponible y a todas horas” para los demás y repercute en sentimientos de inadecuación por ti mismo o misma. Será importante entonces, que te propongas decir más No´s que Sí; piensa más en ti y en lo que tú necesitas, recuerda ¿Cómo vas a dar a otros, si te encuentras vacía o vacío?, una cosa es egoísmo y otras, el propio autocuidado.
  4. Complácete: una vez identificadas tus necesidades y gustos, date tiempo para ti!  conforme realices la lista, seguro te darás cuenta que la mayoría ni si quiera te cuestan, ejemplos de ellos podrían ser, dormir hasta tarde el fin de semana, pasar una tarde películas sin salir de casa, dejar de hacer favores en tus tiempos libres o ver tu programa favorito sin interrupciones.

He de mencionar, si en el camino consideras tener más dificultad de la que esperabas con esto de los limites, siempre es válido buscar el apoyo de un especialista. Aquí mismo puedes contactarme para solicitar orientación, o bien puedes agregar nuestra pagina de facebook  para resolver tus dudas. Se paciente contigo, los buenos hábitos toman tiempo y constancia.

 

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Para saber más, puedes consultar:

  1. http://www.marthadebayle.com/v2/radio/por-quien-diluyes-tu-vida/
  2. http://www.marthadebayle.com/v2/radio/bienestar/eres-jarrito-de-tlaquepaque/
Superación Personal

¿Qué hacer cuando no llega lo que estás esperando? [Reflexión…]

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Tal vez la vida no se trate de planear todo lo que deseamos hacer, o todo lo que “debemos  hacer”, o pensar meticulosa y fríamente en cual será nuestro siguiente objetivo. Tal vez la vida no se trate sólo de eso…”
Este fragmento lo recupere de un diario que escribí hace tres años, me di cuenta que la mayoría de nosotros pensamos o nos condicionamos a cierto tipo de metas para entonces ser felices. Nuestro diálogo interior suena algo así como “Cuando termine mi carrera, voy a sentirme realizada”, o “cuando logre sacar mi casa o un coche…entonces me sentiré en paz”, todavía no terminamos de concluir el primer objetivo cuando ya queremos correr al otro, logramos algo y ya tenemos hambre por conseguir otra cosa… le tenemos tanto pavor a la incertidumbre (al no hacer nada o al no tener nada en la mente, en nuestro “quehacer”) que no nos damos tiempo de disfrutar lo que ya estamos logrando, le tenemos tanto miedo a la incertidumbre que dejamos de disfrutar del aquí y el ahora… sin darnos cuenta que lo que está …simplemente ES… y ESTÁ, que YA NO SE REPETIRÁ y que las oportunidades en realidad nunca se van, están cuando deben estar, creo que en realidad los medios para lograr nuestras metas y deseos más sublimes están siempre allí, bajo circunstancias que escapan de nuestro control; me refiero a que las oportunidades aparecen en el momento y tiempo adecuado… y si son para nosotros éstas simplemente se van a dar, ahí van a estar, esperando por nosotros.

Está bien tener metas y sueños, sí. Lo que creo que no es necesario es vivir la vida tan deprisa y acelerada sólo para alcanzarlos. Vive tu vida, sueña, has lo que está en tus manos para alcanzar lo que quieres construir para ti, busca nuevos retos, pero no te ensañes en cumplirlos desesperadamente, simplemente no dejes de vivir, no enfoques toda tu atención y energía en ellos, no te aferres con dependencia, distribúyela en las distintas esferas de tu vida, sin dejar de hacer lo que te toca para cumplirlos, confía en que llegarán (no sabemos cuándo, quizás muy pronto o quizás no) pero por favor no dejes de disfrutar tu presente y no dejes de valorar y agradecer a la vida lo que eres y lo que tienes, porque en un segundo lo que si tienes, se puede ir.

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Superación Personal

Aprendiendo a fluir con la vida… (Tomando té con la incertidumbre)

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Existen ocasiones en las que… por más que intentas, te mueves, tocas puertas, las cosas simplemente no se dan. Es muy difícil sobrevivir a estos momentos porque uno experimenta mucha frustración, te preguntas… ¿qué otra cosa puedo hacer cuando hago todo lo que está en mis manos… y cuando esto que me está pasando no depende de mí? es uno de esos momentos donde experimentas el poder aplastante de la instituciones y en general el de la sociedad. Que difícil es aprender a fluir con esto, que difícil es no perder la esperanza, y que difícil es mantenerte optimista. Que difícil es no cargar con reproches ni resentimientos, a todos aquellos que no te quisieron abrir las puertas… creo que el punto es… simplemente, encontrar la voluntad de decidir la postura que quieres tomar ante lo que te está aconteciendo.

No darse por vencido significa más que dejar de intentar… quizá, simplemente mantener la paciencia, aprender a esperar… aprender a confiar en la incertidumbre… hablo de ser realistas, de continuar haciendo lo que está en nuestras manos sea cual sea nuestra meta, y confiar en que en algún momento las cosas van a empezar a florecer. Creo que de los aspectos más simples pero a la vez más difíciles que podemos aprender, es precisamente el fluir con la vida, aun cuando esta nos trae tiempos o sucesos demasiado dolorosos, desesperantes, o inesperados. Empiezo a entender lo que significa fluir, leí en un libro que << fluir>> … es como al río o el arroyo… no te opongas a la corriente de la vida, no luches contra lo que ella trae, mientras más te resistas … más trabajo te costará adaptarte… simplemente deja que ésta te dirija a donde tenga que hacerlo, es simplemente confiar en el curso de la cosas… si llevas una larga racha de tiempo sin trabajo, por ejemplo, acéptalo… las cosas son como tienen que ser, deja de luchar contra tus pensamientos y contra la frustración, las emociones negativas que te cargas son como el movimiento que haces para ir contra la corriente… no digo que sueltes todos los esfuerzos que estás haciendo para conseguir empleo u otra cosa, simplemente digo que no le des mayor fuerza y energía a las emociones negativas que dé está situación emanan… continua haciendo lo que está bajo tu control para conseguir en lo sucesivo un empleo (siguiente el ejemplo anterior) continua preparándote profesionalmente, perfecciona tu currículum, cuida a tus hijos y no te olvides de disfrutar de algunas tardes de ocio, así como de los momentos felices a lado de tu familia, no te aferres desesperadamente al suceso problemático… quizá el aferrarse, el querer desesperadamente «salvarse» de la corriente del agua, es lo que paradójicamente puede causar que te ahogues en su fluir…

Vive, acepta las circunstancias difíciles que hoy tocan a 2016-27-11-1a6-02-22tu puerta, solamente de ellas puedes aprender, de las buenas quizá sólo se goza… fluye… las cosas no siempre van a salir como deseas, y si hoy este es tu caso, simplemente acéptalas, y permítete ser llevado por ellas, ábrele hoy la puerta de tu alma y de tu vida a la incertidumbre, invítale un té o café, hablen, dale las gracias por la lección que hoy te está enseñando, pero déjale claro que no va arruinar tu vida, dile que confías en el curso de las cosas, hazle saber que vas a estar bien, y sobre todo: No pierdas la esperanza de que en algún momento… las cosas van a estar mejor.

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